Querido Joseba
Hay un libro hermoso, del crítico literario alemán Marcel Reich Ranicki, se titula „Mi vida“ como en alemán, „Mein Leben“. En España está traducido en el año 2000 pero ya está descatalogado. Yo no entiendo muy bien cómo funciona el mercado editorial español, pero en anticuario se vende como mínimo por 40 € mientras que yo lo he comprado casi nuevo en el Rastro de Frankfurt casi nuevo por 1 €, en alemán claro. Sobre el autor, te diré que desde los años 70 hasta comienzos de este siglo fue el crítico literario más prestigioso de Alemania. Tenía un programa de televisión, junto a otros dos críticos, con bastante audiencia y libro que recomendaba, libro que vendía miles de ejemplares. Así pasó por ejemplo en su momento con el libro de Javier Marías „Corazón tan blanco“.
En el libro cuenta su vida caracterizada por dos aspectos fundamentales: su pasión, yo diría más bien obsesión, por la literatura alemana desde sus años escolares y su condición de judío. Como judío estuvo en el gueto de Varsovia del que logró huir de milagro. Sus padres y su hermano, así como los padres de su mujer, con la que se casó en el mismo gueto, fueron transportados al campo de exterminio de Auschwitz donde murieron en las cámaras de gas. Los capítulos donde habla de ello son interesantísimos. Después de su huída por ejemplo, estuvo oculto con su mujer casi un año en casa de unos polacos, a los que les entretenía por las tardes contándoles las historias sacadas de los argumentos de las obras literarias que había leído hasta entonces, sobre todo de los clásicos alemanes. Reich Ranicki hablaba también desde pequeño polaco por parte de madre.
Voy a lo que más me interesa contarte hoy y que se narra al final del libro. Se trata de una polémica famosa que hubo en la opinión pública alemana en los años 85 y 86 donde algunos historiadores intentaron reinterpretar el holocausto y buscarle unas determinadas justificaciones. (¿No te recuerda esto, Joseba, a los intentos que se dan en el País Vasco de buscar justificaciones teóricas al siniestro pasado de ETA? Pues a mí me suena muy parecido).
En aquella famosa polémica llamada „Historikerstreit“ -polémica de los historiadores- y que fue iniciada con un famoso artículo del historiador alemán Nolte se decían cosas como éstas:
-El exterminio de los judíos es perfectamente equiparable a otras masacres parecidas durante el siglo anterior
-El Holocausto sería la consecuencia o incluso la copia del terror ruso-soviético, algo como una medida protectora y, por consiguiente, una reacción comprensible por parte de los alemanes.
Se trataba entonces por parte de Nolte de defender el nacionalsocialismo, de banalizar el crimen alemán y echar la principal culpa a los rusos. Otros intervinientes en la polémica aducían otras razones más sibilinas como por ejemplo que la solución final no fue obra de los alemanes sino una obra conjunta de los fascismos europeos y antisemitas. La referencia continua a otras masacres buscaba así relativizar los hechos criminales referidos.
Años más tarde, desaparecida la polémica en revistas y periódicos Nolte siguió defendiendo sus tesis con formulaciones más extremas, diciendo que Hitler había actuado correctamente internando y deportando a los judíos, llamándolos bichos -Ungeziefer- y que éstos habían sido muertos sin crueles propósitos.
En medio de esta narración hace Reich Ranicki unas observaciones muy precisas y acertadas: „el patriotismo no es en sí algo negativo y sin embargo me produce con frecuencia desconfianza. Pues solamente una pequeña franja lo separa del nacionalismo y es exactamente una franja que se sitúa entre el nacionalismo y el chovinismo. Me gusta la frase de Nietzsche que dice: A los pueblos ni hay que amarlos, ni hay que odiarlos“
Dice Reich Ranicki que él ni está en contra ni a favor de los monumentos a los judíos asesinados, que si se hacen los visitará, pero que no cree que llegue a sentir la emoción que sintió cuando vio en los periódicos la foto de Willy Brandt arrodillado delante del monumento al Gueto de Varsovia. En ese momento supo que le iba a estar agradecido a Willy Brandt hasta el final de sus días y además ese gesto le hizo entender que su decisión de quedarse para siempre en Alemania había sido correcta. Cuando 20 años más tarde se encontró con Willy Brandt y le contó brevemente su vida en el gueto, al final de la breve charla ya no se acuerda de quién de los dos estaba llorando.
¿Te imaginas, Joseba, al lehendakari Urkullu arrodillado ante tu tumba o ante la tumba de los muertos de Hipercor o ante la de tantos y tantos asesinados -no existe otra palabra- en y por el País Vasco?
¿Por qué se esta buscando continuamente justificacionese a lo hecho en vez de enfrentarse a ello y reconocer el mal causado? Yo estoy empezando a creer que es por cobardía y miedo a mirar de frente a la verdad.Hasta la próxima
Valentín
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