EL HONOR DE LA AUSENCIA
Hay momentos en los que la soledad de un hombre sentado en la silla de un bar desierto, da la medida justa de la ruindad y el envilecimiento de una sociedad arrodillada a los pies de ETA. Y el que un pistolero de esa Organización entre en ese bar y lo asesine, da, por la misma razón, idea de la categoría ética y humana de esa persona frente al resto de sus convecinos.
A Joseba lo asesinaron porque era un hombre libre y un ciudadano ejemplar. Un hombre que quiso y supo ser y estar en esa vasta extensión de espacio y tiempo que se abre entre la propia voluntad y el respeto que el de los demás nos inspira.
Fue esa férrea militancia en la singularidad y su liberalidad a la hora de defenderla, lo que ofendió a esos que querían ser espacio y tiempo de todos, para suplantarlos en todos los ordenes de sus vidas y ordenarlos a su conveniencia.
Por ello digo que su ausencia, brutal y terrible como el crimen que fue, lo dignifica y enaltece, significándolo como alguien que mereció el odio de los criminales. Alguien que los avergonzó tanto que no pudieron sino romperlo.
Su ausencia es ejemplo, su memoria nuestra dignidad.
Eterno recuerdo y eterna gratitud.
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