Javier Urquiza

Joseba Pagazaurtundúa: in memoriam

Cuando un negro día de Septiembre  de 1980 asesinaron a Basilio Altuna, me indigné (¡una vez más!) y pensé: “¡Pobre familia! ¡Cómo estarán!”…

Una semana después mi padre era el siguiente de la lista de los cobardemente asesinados por ETA…

El tiempo me permitió conocer y tratar de cerca a la familia Altuna, así como a la familia Ordóñez, los Pagaza… y tantos otros (perdón por no citarlos ahora)…

Una suerte y un honor haber conocido a gente tan valiente y decente. Eso es lo único “bueno” (Es irónico tener que decirlo así) que han conseguido los “adefesios intelectuales y morales” (¡describir no es ofender!) terroristas: Propiciar que gente que jamás nos hubiéramos conocido (vidas diferentes, ideas diferentes,  profesiones, ciudades y proyectos vitales diferentes…) acabáramos haciéndolo y uniéndonos. Sí, una suerte y un honor haber conocido y tratado de cerca a gente como los citados… y tantos otros.

Recuerdo, hace ya unos cuantos años, cuando Maite Pagaza era una joven parlamentaria y era un placer escuchar sus valientes y didácticos discursos contra el fanatismo etarra. Sin estar estrictamente (“conceptualmente” hablando) entre  nosotros  ya que por entonces aún no era “víctima directa” del terrorismo… era ya una de nosotros, reconfortándonos con sus valientes palabras. ¡¡ Doble mérito por tanto el suyo!!

Digo víctima directa, porque víctima indirecta del terrorismo lo es todo el mundo… aunque algunos no lo sepan todavía. Nuestra causa es la causa de toda persona decente: “¡Nunca más!” … y la sociedad que queremos, si la resumimos en una imagen gráfica, es aquella en la que si por un casual, un asesino y una víctima se cruzan por la calle… el que baje la cabeza avergonzado sea el terrorista (y no la víctima, como durante tantos años hemos visto por estos lares… en un sub-realista mundo al revés).

Mi padre pudo haber salvado su vida si hubiera cedido al chantaje;  su conciencia no le permitió dudarlo ni un solo segundo. Amaba profundamente la vida, tenía 5 hijos muy jóvenes y sabía bien lo que se jugaba,  pero tenía muy claro que si pierdes la dignidad, lo pierdes todo… jamás se doblegaría ante una infamia. La vida sin dignidad no es tal.

Joseba demostró también tenerlo muy claro.

Ello nos permite estar hoy orgullosos de su heroísmo y del de  tantos otros (también siempre en nuestra memoria) que consideraron igualmente que la  dignidad es un valor absoluto y que la vida sin ella (por mucho que la ames) no merece la pena ser vivida…  por lo que así mismo “se la jugaron”…  y no es que, strictu sensu, “la perdieran”…. Literalmente SE LA ROBARON (¡No es lo mismo!)… ¿Con que derecho?

Por tanto  honor, recuerdo, cariño, ¡Y JUSTICIA! para quienes, como Joseba, han vivido una vida decente, sin doblegarse ante los fanáticos, cobardes y estúpidos (de nuevo “describir no es ofender”) terroristas…

Los caídos en la lucha contra el fundamentalismo sectario terrorista, son semilla y esperanza  de un mundo mejor. Su ejemplo nos ilumina y señala el camino. Somos muchos y no pueden matarnos a todos… ni podrán jamás ¡¡aunque lo intenten!! borrar la memoria de quienes se les enfrentaron… Tampoco podrán   cambiar la historia, tergiversándola (o más sutilmente “edulcorándola”: Conflicto, etc, etc)…

Lo intentan, pero somos muchos los que no lo vamos a consentir de ninguna manera… ¡¡ Hasta ahí podríamos llegar!!

Un muy fuerte y solidario abrazo para toda la familia Pagaza

Javier Urquizu

Psicólogo Psicoterapeuta

Hijo de Jose Mª Urquizu, también (¡como Joseba y tantos otros!) cobardemente asesinado por ETA

8- F-2015

Posted on 13 febrero, 2015 in Carta

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