Fernando Aramburu

Amigo Joseba: Te saludo en primera persona porque estás aquí, presente en nuestra memoria y en nuestros corazones. Fuimos educados en la cordialidad y en el respeto al prójimo. Por eso, no solamente practicamos el noble hábito del saludo, sino que creemos tranquilamente, sin hacer de ello un carnaval reivindicativo, en la concordia entre los hombres, aunque algunos nos lo pongan francamente difícil, y abrigamos principios incompatibles con la violencia y el crimen. En fin, perdona el sermón. ¿Qué te voy a contar que tú no sepas?

Hay, no obstante, una cosa que seguramente no sabes porque, en tu situación actual, no estás en la mejor de las condiciones para saber, y es que no te olvidamos. Si necesitas pruebas, válgate nuestra presencia y estas palabras de afecto que te dedicamos en el aniversario del día aquel en que fuiste asesinado.

Este recuerdo nuestro no obedece tan sólo a un impulso sentimental, lo cual ya es mucho. Es, además, otra cosa que afecta igualmente a quienes no te conocimos en persona. Es un compromiso en favor de la democracia, según Churchill la peor forma de gobierno a excepción de todas las demás. Y es también un compromiso con la justicia, acaso con el perdón si tuvieran la valentía humilde de pedirlo, y contra el olvido. Te recordamos y te recordaremos, amigo Joseba. Nos lo pide el afecto y nos lo exige la decencia. Estás, continúas, en nuestro abrazo.

Fernando Aramburu

Posted on 8 febrero, 2015 in Carta

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