Conchita Martín

El Goya de la memoria

Normalmente la memoria es una vieja película, que te emociona, te encandila y guardas en el rincón más romántico del alma. Sigue ahí mientras la recomiendas, la cuentas, la rememoras, mientras se nos va desdibujando lentamente, los diálogos ya no son los que recordamos, ni el malo es el primero en dar el golpe, ni llevaba este traje o aquel corte de pelo; pero el protagonista, ese no se borra jamás, permanece ahí en su rincón, joven, con su jersey incolume, el uniforme, la chaqueta, la sonrisa.

El protagonista sigue siendo joven, escondido en esa parte de tu alma que también se quedó en ese mismo rincón de la pantalla del cine. Ese protagonista que se curró bien su papelón, que dejó tanta huella, que jamás se desdibuja, la voz joven, los gestos tan naturales, las manías… El actor consumado que  ha transformado de alguna manera nuestras vidas.

El Goya para esos artífices de tanto amor y dolor en su ausencia, el premio para ellos por alimentar nuestros buenos momentos, por no desaparecer de la memoria, por seguir siendo queridos y añorados; un año más.

Felicidades a los premiados

Posted on 9 febrero, 2015 in Carta

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