Concha Gomez-Acebo

Mi testimonio

¡Hola! El 13 de marzo coincidí con Maite en un avión. Al principio me dio vergüenza hablar con ella, vi como ella estaba leyendo durante el vuelo y no quise molestarle.

Tuvimos cierta demora en el paso por seguridad y allí ya me lancé a hablar con ella. Me apetecía escucharle y tuve la suerte de mantener una conversación larga con ella. Durante esa estupenda charla, le conté experiencias de mi vida y me animó a escribir en este blog mis vivencias en los años 70-80. En principio no estaba del todo animada, pero me dijo una cosa que me impulsó a escribir en este blog. Me dijo: “se dicen muchas mentiras, y es necesario que también las generaciones venideras lean la verdad”.

Entro en materia. Mi nombre es Concha y soy hija de militar. Desde aproximadamente 1977 a 1985, mi padre fue ascendiendo de teniente coronel a general de división. Yo tenía de 15 a 25 años y vivía en casa de mis padres.
Iré contando vivencias de esos años. No sé si seré capaz de escribir cronológicamente, pero empezare contando que mi familia no vivíamos en casas militares; y mi madre tuvo que escuchar de algún que otro vecino que sería bueno que nos fuéramos de la casa por el aumento de atentados terroristas a militares y que podría haber vecinos inocentes entre victimas si pasaba algo (es decir, mi padre dejaba de ser inocente al ser militar y no debía quejarse si le asesinaban).

Yo he crecido revisando los bajos del seiscientos que había en casa antes de montarme y arrancar. He ido por distintas rutas a la facultad y a distintas horas y a veces en metro para cambiar rutinas.
He bajado a buscar a mi padre del trabajo porque no venía con escolta porque llegaba más tarde de lo habitual, con una pistola reglamentaria, por supuesto, y el pastor alemán que teníamos en casa.

Cada atentado que hubo por nuestro barrio en Madrid era un susto, porque podría ser posible un atentado a mi padre. En un radio de 500 m alrededor de casa de mis padres hubo unos 10 atentados de ETA. Y se aprendía a vivir así. Yo aprendí a salir con mi padre a dar un paseo, o a hacer alguna cosa, con miedo. Era un cruce de sentimientos. Por un lado, yo nunca decía nada sobre ese miedo interno de que pudiera pasar algo, primero porque quería mucho a mi padre y no quería que el pensase que no quería ir con él por si le pasaba algo. Por otro lado, había cierta inconsciencia rebelde de que: a mí nadie tenía que decirme con quien o donde ir o no ir. Pero miedo, yo tenía.

Fui a un entierro en un sábado de enero de finales de los 70 (no sabría decir cuál) por el asesinato de un amigo de mi padre, creo que fue ETA. Han pasado 40 años y recuerdo perfectamente el frio húmedo y la niebla de Madrid, el silencio solemne, pero con el corazón roto cuando entraba en féretro en el cementerio. Hombres de uniforme aguantando el tirón con lágrimas en los ojos.

Por razones laborales, yo viví fuera de España en 2000. Y ese año hubo muchos atentados, entre otros el de Ernest Lluch. Leía las noticias sin parar de llorar. Ese y algunos otros más, todas las semanas volvíamos a los 70. Y sin poder hacer nada.

En fin, que yo le doy gracias a Dios de que mi padre falleció en su cama a los 87 años por un cáncer de pulmón. Con lo que no me puedo considerar una víctima. Ni de lejos. Pero llevo a todas las victimas en mi corazón, las entiendo, las admiro, las quiero, aunque no las conozca de nada. Entiendo a las que perdonan y a las que no. Entiendo a las que olvidan y a las que no olvidan. No les juzgo. Solo les escucho, y tienen todo mi cariño respeto y admiración.

Mi conversación en el tren de la T4 desde el satélite al edificio central del aeropuerto d Madrid con Maite Pagaza fue una delicia. Una tía normal y corriente (en el trato, en otras cosas, extraordinaria), con ganas de cambiar el mundo, valiente, respetuosa, dispuesta a no callarse porque todos tenemos derecho a opinar y no solo los malos.

Por eso os he escrito esto

A todas las victimas: mi cariño, mi respeto, mi admiración y mis oraciones

Concha Gómez-Acebo Gullón

Posted on 4 junio, 2019 in Carta

Compartir la carta

Back to Top