Ni olvido ni perdono…. Solo quiero justicia. El lastre que arrastra nuestra sociedad, que nunca debe olvidarse de la memoria de las victimas ni de la catadura moral de quienes amparan y justifican a los verdugos, que intentan con su poderoso engranaje mediático y lenguaje edulcorado que no haya “verdugos” o “asesinos y mafiosos” sino “patriotas, abertzales o presos políticos” y que las víctimas, los asesinados, las familias destrozadas, sean daños colaterales. Están consiguiendo reescribir otra “historia”: que desaparezcan estos 40 años de más de 850 asesinados, que aquí había una guerra civil, cuando la VERDAD, es que solo había una MAFIA enraizada en lo más profundo de nuestra sociedad. Nuestra obligación es que no se apropien de lo que ha pasado, que los mafiosos etarras, los asesinos reescriban la historia a su antojo para conmutar sus escasas condenas de cárcel, se “reinserten” y encuentren un trabajo digno….
Año 2008. Tenía 42 años, regresaba a la Universidad de Leioa (Vizcaya) a estudiar por pura inquietud cultural, con mucha ilusión. Salía de mi oficina por las tardes e inmediatamente me desplazaba a mi aula, con 18 “compañeros” de edades entre los 30 y 50 años. Adultos. Eso pensaba yo. Eran funcionarios, concejales, sindicalistas, becarios de bufetes….y yo.
Enseguida me ficharon. Mi pecado, mi culpa: ser simpatizante de un partido no nacionalista. Noté como me escudriñaban todos mis “compañeros” En una semana sabían perfectamente donde vivía, mi número de móvil y en qué empresa trabajaba. Mis apellidos además, eran insultantemente demasiado vascos para alguien como yo.
Inmediatamente me hicieron el vacio, se burlaban, me ridiculizaban con los profesores delante, con su beneplácito…salía un momento de mi aula y cuando volvía desaparecían mis libros y apuntes. Empezaron a insultarme por los pasillos, a recibir empujones y escupitajos. En los baños escribían con letra de grafiti mi nombre, dirección y móvil. Ir a la universidad se había convertido en un infierno. Me hicieron mobbing adultos, no adolescentes descerebrados. Su mezquindad y odio no tenia limites.
Hablé con el Jefe de Estudios y me dijo que era un poco “paranoica”. Denuncié estos hechos a la Ertzantza en múltiples ocasiones. Cero empatía. Me llegaron a preguntar si yo “había hecho algo para que ellos reaccionaran así…” Y que “como se me ocurría meterme en la boca del lobo” Mi indignación y frustración no tenia limites.
Hasta que una noche oscura, en noviembre de 2008 en el parking de la Universidad de Leioa, cuando iba a entrar en mi coche que cambiaba todos los días de sitio, no los vi venir, a pesar de mis precauciones, se me echaron encima cuatro encapuchados que me golpearon e insultaron llamándome “españolaza, te vamos a matar como no te vayas de nuestra universidad, no tienes derecho a estar aquí…etc…” No les aburriré con las lindezas que me dijeron mientras me golpeaban y agredían hasta que se cansaron. Nadie vio ni escuchó nada. La agresión se produjo fuera del alcance de las cámaras de seguridad del parking que se encontraban al principio de su entrada. La Ertzantza no pudo ver nada cuando solicitó una copia de las cámaras de seguridad, solo me vieron a mí, dirigiéndome hacia mi coche, al fondo del parking.
Por esta paliza, sufro una grave lesión de espalda que me produce un dolor casi crónico.
Este hecho salió en todos los periódicos nacionales y en las emisoras de radio. Pero ocultando mi identidad. Regresé a clase dos semanas después. La maquinaria de desprestigio contra mi persona de mis “compañeros” y profesores ya había comenzado. Insistían en que me había tirado por las escaleras a propósito para hacerme las magulladuras y lesiones. Que estaba loca, que tenia manía persecutoria…..hicieron un blog de la clase en la que me difamaban, me insultaban….
Debo decir que mi propia familia no me apoyó. Me decían que no necesitaba sufrir ese calvario, no necesitaba estudiar, no me iban a promocionar en la empresa….que “los cementerios están llenos de valientes como tu” Hasta tal extremo han lobotomizado estos mafiosos a personas normales, tranquilas, de paz…..han superado con creces el marketing y la apropiación de las palabras de los nazis. “La banalidad del mal” “Algo habrá hecho…”
Tampoco en mi empresa recibí ninguna muestra de afecto o apoyo (salvo algunas excepciones en privado). Más bien era un incordio, una molestia. Era una situación muy incómoda tener a alguien como yo. Me pusieron escolta durante 6 años. El acoso y las vejaciones siguieron en el interior de las clases con el divertimento y beneplácito de los profesores, salvo honrosas y escasas excepciones. Ellos saben quiénes son y saben de mi sincera gratitud.
Llegué a pensar si yo había hecho algo que les hubiera “molestado”, no paraba de pensarlo…pero NO. Mi único delito era no pensar como ellos, ser nacionalista ni abertzale. Era un agravio intolerable que alguien como yo, estudiara en esa universidad.
Acabé brillantemente mi diplomatura, con notable. Lo aprobé todo. A pesar de todo y de todos. A pesar de cambiar los días de exámenes sin avisarme. A pesar de saber, sin lugar a dudas, de la ayuda de muchos profesores a mis compañeros sobre el temario que iba a caer en los exámenes, a pesar de cambiar los temarios en un momento determinado y decírselo al delegado de clase excepto a mí, por supuesto. Pero yo estaba loca, paranoica, ¿recuerdan?
Mi agradecimiento eterno y sincero por Maite Pagaza, que sin su apoyo y cariño incondicional, no sé que hubiera sido de mí. Ella me creyó y fue mi refugio. Me prestó generosamente una ayuda inestimable. Mi profundo respeto y admiración siempre. Es una persona íntegra y honesta.
Mi agradecimiento al Consejero de Interior del Gobierno Vasco en aquellos años, Rodolfo Ares. No me esperaba ninguna ayuda del Gobierno Vasco pero Rodolfo Ares fue una grata e inolvidable excepción.
A mis escoltas, por su cumplimiento más allá del deber, al colectivo de todos los escoltas de España, olvidados y abandonados por el Gobierno de España.
A aquellos Guardias Civiles y Policías Nacionales que vigilaban mi vivienda en sus ratos de descanso, cuando me retiraron la escolta. Mi reconocimiento y gratitud es eterno.
Ahora tengo 50 años y no olvido. Veo a mis profesores y algunos de mis compañeros en varias tertulias de la televisión vasca hablando sobre la “normalización” la palabra clave: es decir, aquí no ha pasado nada….y todo se remueve en mi interior. Solo pido Memoria, Dignidad y Justicia.
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