Como Camaleones y Poncio Pilatos
Recién terminado el excelente libro de Fernando Aramburu, «Patria», puede uno hacerse perfectamente a la idea de cómo era la vida en pueblos como Andoain o Hernani. Fanáticos cobardes y descerebrados rodeados de una cohorte de camaleones más o menos silenciosos que, bien por cobardía o por puro instinto de superviviencia, se mimetizaban con el paisaje dominante para que sus vidas fueran, sencillamente, más fáciles. Y en semejante contexto, que gente como Joseba Pagazaurtundúa mantuviese su posición con semejante dignidad y valentía a favor de la LIBERTAD de pensamiento, enfrentándose con el totalitarismo cateto de unos pobres fanáticos e ignorantes, hace que necesariamente nos asalte un sentimiento de estar en deuda con aquéllos que, con riesgo evidente de su vida, defendieron desde el País Vasco la libertad de todos los españoles. Y lo hicieron solos, sin apoyo alguno ni de las instituciones vascas, ni del Gobierno de la nación, ni tampoco del resto del pueblo español que, aunque conocedores de lo que allí se vivía, elegimos, como Poncio Pilatos, lavarnos las manos y no combatir socialmente ni denunciar públicamente y en voz alta la indignidad que se vivía en las calles del País Vasco.
Por eso no puedo más que reflejar aquí mi admiración por Joseba y tantos otros, así como pedir perdón en la parte que me toca como ciudadano español, por no haber sabido cómo acompañar a una parte de mis compatriotas y conciudadanos para que sintieran el aliento de sus vecinos de toda España cuando se encontraban en semejante trance.
Gracias por todo. Mi reconocimiento, gratitud y admiración.
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