El día que mataron a Joseba
Iba a mandar otra cosa pero me he encontrado esto. Lo escribí el 08 de febrero de 2006, y se ha quedado en el disco duro de mi ordenador hasta hoy, lo remito integramente como lo escribí en su momento…lo reescribiría entero porque está bastante mal redactado pero solo cambiaria una cosa: matizaría como es obvio que Joseba, no murió. Lo matarón.
«El día que murió Joseba Pagazurtundua, fue uno de los pocos días que lloré por el asesinato de un conciudadano a manos de ETA. Supongo que eso dice mucho del grado de insensibilidad al que nos han sometido. Curiosamente, cuanto más mayor me hago, más lloro ante hechos como éste. Y también curiosamente, no me siento más debil, sino más fuerte, porque más humano.
Hacía apenas algo más de un año que había vuelto a mi tierra natal, el País Vasco, en esos días tuve varias discusiones con mi pareja, ella Chilena, nacida en las celdas de Pinochet (y no estoy haciendo metáforas), me decía que deberíamos como poco colgar una pancarta de protesta en nuestro balcón, por la muerte de esa persona, Joxeba. Yo, como buen vasco adiestrado, y a pesar de haber viajado y casi crecido integralmente en lugares del mundo más libres que éste, le expliqué pacientemente, que no solo no serviría de nada, sino que encima era peligroso.
Nunca me he sentido tan miserablemente cobarde como en esos días.
Ya lo hacía antes, pero desde entonces con más ahínco, procuro siempre expresar mis puntos de vista, esté donde esté, y tenga enfrente a quien tenga. Esto fue tomando la forma de un proceso hasta el punto de que expresé mis opiniones libre y públicamente en un acto de la campaña de las últimas elecciones autonómicas.
Hace pocos días, por casualidad estuve comentando con mi hoy expareja, aquellos días, hablábamos de muchas cosas, también de cómo sus padres sienten que su lucha contra la dictadura en Chile fue vana. Aquello me recordó a Yann Artus bertrand, el fotógrafo de La Tierra vista desde el cielo, que decía que era impresionante ver desde los cielos los infinitos cementerios de los soldados de la primera y segunda guerra mundial… todos muertos por unas fronteras que ya no existen. Bien, yo creo que si esas fronteras ya no existen, es por ellos, en cierto modo, gracias a ellos.
No me gusta ninguna idea relacionada con el sacrificio, como diría Brassens: Mourir pour des idées oui, mais de mort lente. Solo quiero decir que para mi hubo un antes y un después de la muerte de Joseba Pagazaurtundua a quien nunca conocí, no solo su muerte, desgraciadamente, otros asesinatos anteriores también me hicieron reaccionar. Quizás por el momento en el que ocurrió, quizás por las semblanzas que aparecieron en la prensa esos días en relación a Joseba, aquellas alusiones a la bandera pirata y otras connotaciones libertarias, quizás por el coraje de su familia, sea por lo que sea…en esos días hubo un punto de inflexión, un antes y un después en mi aprendizaje de la libertad.
No creo que esto sirva de consuelo, ni sea un gran aporte teórico ahora que despunta el debate sobre el papel de las víctimas y de la memoria de los asesinados. Yo solo quiero decir que si hoy soy un hombre libre yo sé que en gran parte es gracias a gente como Joseba. Y eso los vivos nunca lo agradeceremos suficientemente.
Ezkerrik asko.»
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