Ejemplo de dignidad
Buzones como este ponen de manifiesto cuánto queda por hacer para devolver la dignidad a los rincones de Euskadi que fueron regados de odio por el terrorismo de ETA y por sus defensores. Nunca oí hablar a Joseba Pagaza, pero creo escucharle cada vez que oigo a sus familiares y a sus seres queridos; en cada homenaje, en cada palabra hacia él. Creo escucharle y me emociono porque cuando quienes le conocieron le recuerdan año tras año en Andoáin no sólo honran su memoria, sino que despiertan la conciencia colectiva de todos los vascos.
Como vasca, estoy agradecida por poder presumir de haber nacido en la misma tierra que Joseba y su familia. Me honra porque fueron y son ejemplo de compromiso cuando lo sencillo era agarrarse a la tranquilidad del silencio. Ahora, 16 años después de su asesinato, sigue tocando plantar cara a la desmemoria y a la desvergüenza. La desvergüenza de los que quieren presentar a los peores criminales de la historia de nuestro país como héroes.
La calle, nuestros pueblos y Euskadi no son ni serán jamás el coto privado de sinvergüenzas. De sinvergüenzas que honran a asesinos y que intoxican las mentes y los corazones de las nuevas generaciones. Nuestras calles no serán su coto privado porque siempre tendrán enfrente a la gente de bien. Si Joseba Pagaza fue capaz de mantenerse firme aun cuando se sabía en peligro de muerte. Si él pudo hacer eso en nombre de la libertad de la que hoy disfrutamos, nosotros, los vascos, tenemos la obligación de negarnos a que sus asesinos sean presentados con honores de reyes. Ellos, criminales, son la foto de la vergüenza. Joseba Pagaza, como todas las víctimas del terrorismo, representa la foto de la dignidad. La foto de un valiente cuya memoria no dejaremos que pisoteen.
Un fuerte abrazo,
Amaya Fernández
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